Los sistemas de atención primaria en América Latina y el Caribe enfrentan una vulnerabilidad preocupante que pone en riesgo tanto la vida de las personas como la estabilidad económica de la región. Un informe reciente de la Comisión Lancet Américas, en colaboración con el Banco Mundial y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), advierte sobre esta peligrosa situación.
Según el estudio, una crisis sanitaria podría reducir significativamente los servicios de atención primaria, provocando hasta 165,000 muertes evitables y pérdidas económicas entre 7,000 y 37,000 millones de dólares. El doctor Jarbas Barbosa, director de la OPS, destacó la gravedad del problema: «Sin sistemas resilientes, la próxima crisis golpeará más fuerte a las comunidades más pobres».
El impacto humano es alarmante, con hasta 11,300 muertes maternas, 10,000 infantiles y más de 149,000 por enfermedades no transmisibles, además de 14 millones de embarazos no planificados. La pandemia de COVID-19 ya mostró esta fragilidad, concentrando el 30% de las muertes globales pese a que la región solo representa el 8.5% de la población mundial. Durante ese tiempo, los servicios esenciales se redujeron hasta en un 50%.
Jaime Saavedra, del Banco Mundial, instó a los gobiernos a priorizar el fortalecimiento de la atención primaria, considerándolo uno de los mayores desafíos sanitarios y requiriendo inversión masiva y urgente.
La Comisión propone un plan de acción con cinco ejes: ampliar modelos de atención equitativos, integrar funciones esenciales de salud pública, empoderar comunidades, fomentar colaboración intersectorial y asegurar financiamiento sostenible. Este informe busca no solo alertar, sino también impulsar una transformación en los sistemas de salud, vital para el desarrollo económico y la seguridad humana en la región, especialmente ante las crecientes crisis sanitarias y climáticas.
