La creciente guerra comercial entre Estados Unidos y China ha alcanzado nuevos niveles de tensión debido a la reciente decisión del Servicio Postal de Estados Unidos (USPS) de suspender temporalmente la recepción de paquetes procedentes de China continental y Hong Kong. Anunciada el martes, esta medida no afecta el envío de cartas o sobres planos, pero genera incertidumbre sobre su impacto real y si está directamente relacionada con la intensificación de las políticas arancelarias impuestas por la administración de Donald Trump.
Estos cambios se producen en un contexto de endurecimiento de las políticas comerciales por parte de EE.UU., que ha impuesto aranceles adicionales del 10% a productos chinos y ha eliminado la excepción de minimis. Esta normativa permitía hasta entonces la entrada sin impuestos de paquetes de hasta 800 dólares, una vía aprovechada ampliamente por empresas del comercio electrónico como Shein y Temu. De hecho, más de 1.000 millones de paquetes al año ingresaban a EE.UU. bajo esta excepción, la mayoría procedente de China.
En respuesta, el gobierno chino ha decidido contraatacar con una serie de medidas que incluyen aranceles adicionales del 15% sobre el carbón y gas natural licuado estadounidense, además de un 10% de impuestos sobre otros productos como petróleo, maquinaria agrícola, y automóviles de gran cilindrada y camionetas. China también ha iniciado una investigación antimonopolio contra Google en su territorio y ha restringido exportaciones claves como el wolframio y telurio, materiales esenciales para la fabricación de chips y baterías.
Esta escalada en las tensiones comerciales podría complicar la situación para los consumidores estadounidenses, quienes podrían enfrentar mayores costos y tiempos de espera más largos en sus compras en línea. Las restricciones contra las importaciones chinas están configurando un panorama complejo que exige atención tanto de las autoridades estadounidenses como del sector comercial global.