En el Sónar Festival, el baile fue el protagonista, destacando la arrolladora actuación de la artista surcoreana Peggy Gou, quien transformó el Club en una inmensa pista de baile. Gou optó por ritmos contundentes, cautivando a un público ansioso por bailar al compás de sus beats repetitivos. En contraste, Daito Manabe ofreció un espectáculo menos convencional, con un ritmo impredecible que requería del público una devoción particular para seguirlo. Pa Salieu presentó su hip-hop influido por afrobeats, aunque su actuación, caracterizada por una ejecución potente pero desordenada, dejó a los asistentes deseando más. Por su parte, Max Cooper enfrentó desafíos técnicos que truncaron su prometedora presentación, destacando la volatilidad de la tecnología incluso en un festival centrado en ella.
Leer noticia completa en El Pais.