Durante semanas, estudiantes serbios han protagonizado masivas manifestaciones contra el gobierno del presidente Aleksandar Vučić, llevando finalmente al primer ministro Miloš Vučević a dimitir tras la presión popular. Las protestas, centradas en la capital, Belgrado, y que han reunido a más de 100,000 personas, se desencadenaron por la muerte de 15 personas tras el derrumbe de una estación de tren en Novi Sad, acusando a la corrupción gubernamental de la tragedia. Aunque Vučić permanece en el poder, la oposición y manifestantes demandan un gobierno de transición que garantice elecciones justas. La situación ha desnudado la percepción de corrupción y autocracia prevalente en Serbia, mientras que la presión internacional urge al diálogo político.
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