En la carrera global por la inteligencia artificial, Estados Unidos intensifica su estrategia con controles de exportación diseñados para limitar el acceso de China a chips avanzados. Sin embargo, líderes del sector tecnológico, como Sam Altman, CEO de OpenAI, advierten que esta táctica podría resultar no solo insuficiente, sino contraproducente. En una reciente entrevista, Altman señaló la capacidad de China para avanzar, aunque sea de manera más lenta, pero segura.
Altman cuestionó la eficacia de estas medidas, subrayando que las barreras comerciales podrían ser eludidas mediante la construcción de fábricas locales o el desarrollo de alternativas tecnológicas. La administración de Biden lleva más de dos años bloqueando la venta de GPU avanzadas de Nvidia y AMD a China, con el objetivo de proteger la ventaja competitiva de Silicon Valley. Sin embargo, esta política podría estar teniendo el efecto contrario.
Un ejemplo que ilustra esta resistencia es DeepSeek, un modelo de lenguaje chino desarrollado sin acceso a los chips de última generación. Aunque no alcanza el nivel de los modelos más avanzados como GPT-4, DeepSeek ha demostrado capacidades significativas en programación y razonamiento lógico, mostrando que China encuentra soluciones alternativas.
Jensen Huang, CEO de Nvidia, comparte la preocupación de Altman, afirmando que los controles de exportación son un error estratégico que impulsa a China a acelerar su independencia tecnológica. La prohibición podría provocar que China invierta más en su propia industria, mientras el contrabando también desempeña un rol, con más de mil millones de dólares en GPU prohibidas entrando a China recientemente.
Otro factor determinante es la capacidad energética de China. Entrenar modelos de IA consume enormes cantidades de electricidad, y la infraestructura energética diversificada de China le da una ventaja sobre Estados Unidos, que enfrenta crecientes limitaciones en su red eléctrica.
China aspira a lograr una autosuficiencia tecnológica total para 2030, avanzando en herramientas propias para el diseño de semiconductores y centros de computación inteligente, consolidando su liderazgo a largo plazo.
Mientras tanto, Europa podría quedar rezagada en esta carrera. Aunque la European Chips Act busca reactivar la capacidad industrial en semiconductores, la región podría quedar como un consumidor dependiente si no acelera sus inversiones.
La situación actual recuerda a la Guerra Fría, con una nueva pugna tecnológica entre grandes potencias. Aunque las sanciones puedan retrasar a China, es improbable que detengan su avance. Según los expertos, la constancia y la capacidad de adaptación de China podrían ser determinantes en esta nueva era de competencia tecnológica global.