En la reciente cumbre de la OTAN en La Haya, el presidente español, Pedro Sánchez, sorprendió al no comprometerse con el aumento del gasto en defensa al 5% del PIB para 2035, quedándose en el 2,1%. Esta decisión ha creado tensiones con otros líderes europeos, especialmente en un momento crítico para la unidad ante las amenazas de Rusia. Italia y Bélgica, junto con España, figuran entre los países que más cuestionan el objetivo, frente a países como Polonia, que ya dedica más del 4% a defensa. La actitud de Sánchez ha generado críticas tanto internas como externas, pero también ha sido interpretada como una jugada estratégica para presentar una postura más independiente frente a las demandas de Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump. Mientras tanto, los europeos temen que la discordia interna en la OTAN pueda perjudicar su posición frente a adversarios globales.
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