El Índice de Precios de Consumo (IPC) de septiembre de 2024 ha registrado una variación anual del 1,5%, reflejando una significativa disminución frente al 2,3% de agosto. Este porcentaje representa la cifra más baja observada en los últimos tres años, indicando un notable enfriamiento en el alza de los precios. En términos mensuales, se observó una contracción del 0,6% comparado con el mes anterior, señalando un alivio en la presión inflacionaria.
La reducción en la tasa de inflación sugiere que, aunque los precios siguen aumentando respecto al año anterior, este crecimiento está ocurriendo a un ritmo más pausado. Esta desaceleración trae consigo beneficios para familias y consumidores, pues reduce la carga financiera de los gastos diarios, permitiendo una mayor capacidad de ahorro y proporcionando un respiro económico en la compra de productos cotidianos.
Sin embargo, la inflación subyacente, la cual excluye alimentos no elaborados y productos energéticos, se ha mantenido en un 2,4%. Este dato pone de manifiesto que, a pesar del descenso general, el incremento en el costo de bienes básicos sigue ejerciendo presión sobre el presupuesto de los consumidores.
La baja inflación podría implicar una mejora en el poder adquisitivo de la población, siempre y cuando los salarios se mantengan estables o experimenten subidas. No obstante, algunos sectores, como el de la vivienda y diversos servicios, continúan presentando incrementos significativos en sus precios. En particular, el sector de la vivienda ha registrado un aumento del 4% en lo que va del año, planteando desafíos adicionales para quienes enfrentan el pago de hipotecas o rentas.
Monitorear la evolución de estos indicadores resulta crucial para realizar ajustes en el presupuesto familiar, especialmente en contextos económicos inciertos donde la planificación financiera es esencial para la estabilidad económica de los hogares.
