Superando Barreras: La Invisible Realidad de Vivir con Discapacidad

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Silvia Pastor

En un rincón del norte de Nigeria, en un campamento para desplazados en Gbajimba, Shiminenge, una mujer de 32 años con discapacidad, enfrenta la dura realidad de un entorno que parece haber sido diseñado sin considerar sus necesidades. Desde 2018, Shiminenge se ha visto obligada a abandonar su hogar en Guma debido a conflictos intercomunitarios, un destino compartido por más de 480,000 personas desplazadas en el estado de Benue.

La lucha diaria de Shiminenge va más allá de la supervivencia en condiciones precarias, con caminos intransitables al llover y servicios básicos ubicados a gran distancia. «En el campamento, cada paso fuera de mi tienda es una lucha», confiesa Shiminenge, refiriéndose no solo a los desafíos físicos, sino también a la sensación de ser invisible en un entorno que no reconoce las particularidades de quienes, como ella, viven con discapacidad.

Desde su infancia, a Shiminenge le han diagnosticado una serie de desafíos físicos, y aunque le dijeron que nunca podría caminar, ha usado esos pronósticos para alimentar su resiliencia. Sin embargo, en el campamento la situación es aún más complicada; la falta de instalaciones de saneamiento accesibles y refugios adecuados agudiza su ya severa condición de marginación.

Las personas con discapacidad a menudo se encuentran entre las más vulnerables de las poblaciones desplazadas, enfrentándose a grandes barreras para obtener atención médica, refugio y otros servicios esenciales. Este contexto no solo pone en riesgo su bienestar físico, sino también su dignidad y sus derechos fundamentales.

A pesar de las adversidades, Shiminenge demostró una notable resiliencia al comenzar a vender repelente de mosquitos, creando una fuente de ingresos y ayudando a sus vecinos a protegerse de la malaria. Este acto de valentía personal evolucionó hacia un movimiento colectivo cuando impulsó la creación de una asociación de personas con discapacidad, agrupando a otros dieciocho miembros con el fin de exigir mejoras.

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) respondió a estas demandas, emprendiendo un proyecto para rediseñar el campamento en colaboración con la Agencia de Gestión de Emergencias del Estado de Benue. Se construyeron cerca de 4,000 refugios de emergencia mejorados, con una sección específica para personas con discapacidad que incluía refugios accesibles, baños adaptados y espacios comunitarios.

«Esos cambios significan más que conveniencia; nos dan un sentido de dignidad y pertenencia», afirma Shiminenge, cuya historia no solo ilustra una batalla personal, sino que también simboliza un desafío colectivo por la inclusión y el respeto hacia las personas con discapacidad. Al celebrarse el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, Shiminenge se erige como un símbolo de esperanza y un urgente llamado a la acción, destacando la importancia de visibilizar y defender a quienes, a pesar de todo, se niegan a ser olvidados.

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