La protección de los cables submarinos de Taiwán, cruciales para su conexión digital y economía, ha ascendido a una prioridad de seguridad nacional. La Guardia Costera ha intensificado sus esfuerzos con patrullas marítimas ininterrumpidas y sistemas de alerta temprana, enfatizando la vigilancia contra tácticas descritas como “guerra en zona gris”. Este enfoque busca mitigar riesgos asociados con embarcaciones vinculadas a China y a un gran número de barcos que podrían ser repentinamente convertidos para operaciones de acoso marítimo.
El refuerzo de la seguridad se aceleró tras el incidente del cable TP3, cortado por el carguero Hong Tai. Este evento culminó en una acción judicial contra su capitán, impulsando una estrategia de vigilancia más agresiva. Actualmente, los patrulleros reciben alertas ante cualquier cambio sospechoso en las actividades de embarcaciones cercanas a los cables.
Estos cables transportan más del 95 % del tráfico internacional de datos, cubriendo comunicaciones esenciales de diversos sectores. Sin embargo, su protección continúa siendo un desafío debido a su vasto alcance. Un sabotaje coordinado podría desestabilizar significativamente la infraestructura digital de la isla.
A través de radares costeros, imágenes satelitales y sistemas avanzados de monitoreo, Taiwán ha integrado una estrategia proactiva que no solo busca vigilancia, sino también la recolección de evidencia para posibles acciones legales. Este esfuerzo subraya la complejidad de proteger infraestructura de internet en un contexto donde los aspectos técnicos se entrelazan con consideraciones geopolíticas y legales.
Mantener la conectividad robusta es esencial para la población taiwanesa, que depende de estos cables para casi todos los aspectos de la vida cotidiana. Así, la vigilancia continuada es un componente crítico no solo de la infraestructura digital, sino también de la estabilidad nacional.