La estrategia presentada por la ex vicepresidenta y actual comisaria plantea un escenario energético para 2030 en el que las energías renovables operan sin respaldo de fuentes nucleares. Este enfoque prioriza el avance de las energías limpias, aunque plantea preocupaciones acerca de la seguridad del suministro energético. La transición hacia un modelo basado exclusivamente en renovables busca marcar el camino hacia una economía más sostenible, pero la falta de apoyo nuclear podría suponer riesgos en términos de estabilidad y garantía de electricidad.
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