La migración de las aves es un fenómeno natural fascinante que implica desplazamientos regulares y estacionales de diversas especies entre sus zonas de cría y sus áreas de invernada. Este proceso se divide en dos etapas clave: la migración prenupcial o primaveral, que ocurre en primavera cuando las aves se trasladan desde el continente africano a Europa para reproducirse, y la migración postnupcial u otoñal, que sucede en verano y otoño, llevando a las aves de regreso a sus lugares de invernada.
Este ciclo migratorio no es solo un simple cambio de ubicación; está impulsado por una estrategia fundamental de supervivencia. La disponibilidad de alimento varía conforme cambia el clima y las estaciones en los continentes europeo y africano, lo que obliga a las aves a adaptarse y buscar condiciones más favorables.
El Estrecho de Gibraltar se convierte en un punto estratégico para muchas de estas aves migratorias. Dependiendo de sus técnicas de vuelo, podemos clasificar a las aves en dos categorías principales: las aves planeadoras y las que realizan vuelo activo. Las aves planeadoras, como las cigüeñas y ciertas rapaces, se benefician de las corrientes térmicas ascendentes generadas por el calor del suelo durante el día, lo que las lleva a migrar en esas horas. En contraste, las aves que vuelan activamente, como muchas especies acuáticas y la mayoría de los paseriformes, prefieren volar por la noche, cuando el clima es más fresco y hay menos depredadores.
Dada la incapacidad de las aves planeadoras para generar corrientes ascendentes sobre superficies acuáticas, tienden a evitar volar sobre mares y océanos, buscando zonas de paso en estrechos como el de Gibraltar. Esto hace que la provincia de Málaga sea un lugar ideal para observar la migración, especialmente cuando se presentan vientos de poniente que favorecen el paso migratorio hacia la zona oriental del Estrecho.
El período en el que se pueden observar las aves planeadoras varía. Desde finales de julio, ya es posible avistar bandos migratorios de milano negro y cigüeña blanca. La actividad migratoria se intensifica a partir de la segunda quincena de agosto, y septiembre se considera el mes más significativo en cuanto a cantidad y diversidad de especies. Durante este mes, además de las aves ya mencionadas, hay oportunidades de ver águilas, cernícalos primillas, cigüeñas negras y alimón comunes, entre otros. Los ejemplares jóvenes de buitre leonado son los que realizan la migración más tardía, moviéndose entre mediados de octubre y finales de noviembre.
Los observadores de aves tienen múltiples oportunidades para disfrutar de este espectáculo migratorio en la provincia de Málaga. Las sierras orientales, como Sierra Bermeja y Sierra Blanca, se convierten en puntos estratégicos, especialmente en días con vientos de poniente. Sitios como el mirador de las Águilas en la Sierra de Alpujata son puntos de encuentro para ornitólogos y aficionados al avistamiento de aves entre finales de julio y finales de septiembre. Estas áreas no solo ofrecen la posibilidad de observar diversas especies migratorias, sino que también representan una excelente oportunidad para aprender a identificarlas.
Aunque las sierras litorales son especialmente recomendadas por su cercanía al Estrecho, otras elevaciones a lo largo de la costa malagueña también brindan la oportunidad de observar la migración entre mediados de agosto y finales de septiembre. Especies como el gavilán común y el abejero europeo suelen costear por la zona, haciendo que lugares como las Sierras de Tejeda y Almijara, o los Montes de Málaga, sean igualmente propicios para la observación.
La migración de las aves es, sin duda, un fenómeno asombroso que combina la belleza del vuelo libre y la complejidad de la vida salvaje, recordándonos la importancia de preservar estos ecosistemas que facilitan su travesía.
Fuente: Diputación de Málaga.