El Parador de Sigüenza ha emergido como el centro de un nuevo escándalo tres años después de un controvertido evento que involucra al exministro de Transportes, José Luis Ábalos. Testimonios de empleados recopilados por el diario The Objective revelan que, en mayo de 2021, Ábalos organizó una fiesta privada en la habitación 210 del parador, que resultó en daños materiales significativos, evidencias de consumo de drogas y la necesidad de una limpieza urgente para ocultar los restos de la celebración.
Los testimonios indican que Ábalos llegó al histórico parador en la provincia de Guadalajara acompañado de su asesor Koldo García Izaguirre, tres escoltas, su pareja y otras dos mujeres que el personal interpretó como prostitutas. La suite 210, única con salón independiente, permitió que la fiesta se extendiera más allá del horario de cierre del comedor del hotel.
El día siguiente a la fiesta, el personal del parador encontró evidentes destrozos: un mando de televisión roto, copas rotas y restos de cocaína en el escritorio, lo que llevó a un operario de mantenimiento a advertir a una limpiadora que «está todo lleno de restos». Además, se descubrieron mascarillas sin abrir, destacando lo inusual de la situación durante una pandemia y sólo días después de levantarse el segundo estado de alarma en España.
Ese viaje de Ábalos ocurrió en un momento en que aún existían restricciones de movilidad, lo que sorprendió al personal del parador, dado que su visita y la de su séquito se dieron en medio de controles sanitarios. Aunque no pudieron precisar la fecha exacta, el equipo de trabajadores recordó que el grupo ocupó varias habitaciones, con Ábalos en la suite presidencial.
Una vez que se conoció la visita de periodistas al parador, la dirección intentó minimizar el incidente y negó los hechos. El responsable de mantenimiento, aunque desmintió lo ocurrido, no estaba presente debido a sus vacaciones. El protocolo habitual para manejar daños no se aplicó formalmente, convirtiendo el tema en un tabú entre los empleados, quienes sabían que el huésped era una figura de alto rango del Gobierno.
Este escándalo no se presenta como un hecho aislado. Semanas antes, Ábalos había estado involucrado en un incidente similar en el Parador de Teruel, donde causó destrozos tras llegar en una furgoneta con varias mujeres. A pesar de la gravedad de lo acontecido en Sigüenza, los trabajadores no se mostraron sorprendidos, mencionando que no era la primera vez que se enfrentaban a destrozos en las habitaciones, pero sí fue la ocasión en que un ministro estuvo presente en medio de restricciones sanitarias.
La situación se gestionó de manera discreta y sin registrar los daños de forma oficial, hasta que la investigación periodística llevó el caso al dominio público. En resumen, el caso del Parador de Sigüenza vuelve a cuestionar el comportamiento privado de los funcionarios públicos y la gestión de conductas comprometedoras en espacios financiados con dinero público.
Fuente: Partido Popular Andalucía