El bombardeo llevado a cabo por Estados Unidos en el puerto petrolero de Ras Issa, en el mar Rojo, dejó al menos 58 muertos y 126 heridos, según medios vinculados a los hutíes en Yemen. Este ataque apunta a neutralizar el control de los insurgentes sobre el puerto, del que EE.UU. acusa a los hutíes de beneficiarse económicamente y financiar actividades terroristas. Mientras que el Comando Central de EE.UU. defiende la acción como un intento de frenar el contrabando y los ingresos ilegales de los rebeldes, los hutíes califican el bombardeo como un «crimen de guerra» y una violación flagrante de la soberanía yemení. Este incidente se produce en el contexto de una reciente campaña de bombardeos ordenada por el presidente Donald Trump contra los hutíes, a quienes acusan de poner en peligro la navegación comercial en la región, intensificando así las tensiones en el ya convulso escenario de Yemen.
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