En Río de Janeiro, una operación policial sin precedentes contra el Comando Vermelho, una poderosa organización criminal, dejó un saldo de 121 muertos, marcando un récord en la historia de Brasil. Las fuerzas del orden cambiaron su estrategia habitual, emboscando a los narcotraficantes en la Sierra de la Misericordia, tras una serie de prolongadas balaceras en las favelas de Penha y Alemão. El operativo, conocido como Operación Contención, involucró a 2.500 agentes y superó en letalidad a cualquier acción previa, con 99 muertos identificados y 113 arrestados. Las críticas abundan, resaltando debates éticos sobre el uso de la fuerza, mientras el gobernador Cláudio Castro defendió la acción, calificándola de éxito. La comunidad, atrapada en el fuego cruzado, clama por paz en una zona dictada por la violencia cotidiana.
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