En un mundo donde el bienestar personal es prioritario, los estudiantes universitarios recurren a la decoración nórdica para convertir sus espacios en refugios de confort. La tendencia escandinava, conocida por su simplicidad y calidez, se adapta perfectamente a los hogares temporales de los jóvenes, ofreciendo ambientes acogedores y elegantes sin grandes inversiones.
Expertos en diseño de interiores destacan que el principio fundamental de esta estética es crear un entorno que fomente la relajación. La elección de colores, texturas y elementos funcionales es crucial. Los tonos neutros, como el blanco, gris y beige, dominan la paleta, aportando luminosidad y ampliando visualmente espacios reducidos.
Ante el creciente interés por este estilo, las tiendas de decoración han mejorado el acceso a muebles y accesorios económicos. Desde estanterías modulares hasta suaves cojines y mantas, cada pieza se selecciona para fomentar un hogar lleno de armonía.
La personalización mediante el bricolaje es otra tendencia entre los estudiantes. Pintar muebles viejos o crear arte con materiales reciclados no solo es económico, sino que también aporta un toque personal al hogar. Esta práctica permite a los jóvenes conectar emocionalmente con sus espacios.
El uso de plantas es esencial en la decoración nórdica. Especies de fácil mantenimiento, como los potos y las suculentas, aportan frescura y son ideales para estudiantes por su bajo requerimiento de cuidados.
La creación de un espacio «hygge», término danés que denota comodidad y bienestar, se convierte en una meta alcanzable. Con propuestas accesibles en el sector del diseño, los jóvenes logran imprimir su estilo personal en sus hogares, transformando pisos compartidos y pequeños apartamentos en refugios de calma y alegría, ideales para disfrutar la vida estudiantil al máximo.