En el umbral de 2026, las empresas se encuentran inmersas en un proceso de transformación impulsado por la Inteligencia Artificial (IA), herramienta que no solo redefine los procesos internos, sino que también reestructura las estrategias de innovación. Al cierre de un ciclo financiero, la IA emerge como un componente esencial para la permanencia competitiva, sugiriendo que las organizaciones que logren integrar eficazmente tecnologías avanzadas, equilibrando talento humano y ética, estarán mejor posicionadas en un mercado globalizado y cambiante.
Un reciente informe del Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad respalda esta tendencia, revelando que casi la mitad de las grandes empresas españolas, con más de 249 empleados, ya adoptan tecnologías de IA desde 2024. Este crecimiento notable en tres años subraya la premura con la que las grandes corporaciones están adoptando nuevas tecnologías. Además, el informe destaca que un 78% de los encuestados considera crucial que sus empresas faciliten el acceso a herramientas y formación en tecnologías digitales emergentes, enfatizando que la competitividad futura dependerá de una integración estratégica de tecnología y talento humano.
Juan Luis Moreno, socio y director general de The Valley, anticipa que 2026 marcará un hito en el cual la IA transitará de un uso experimental a ser un pilar de competitividad real. Solo aquellas empresas que comuniquen claramente una estrategia centrada en las personas lograrán enfrentar con éxito los desafíos de un entorno volátil. En línea con esto, The Valley ha elaborado un plan para guiar a las empresas hacia una transformación digital efectiva, maximizando el impacto de la IA.
Dentro de las recomendaciones destacadas se encuentra la incorporación de la IA en procesos estratégicos empresariales, lo que demanda una revisión de la metodología de toma de decisiones y la generación de valor. La automatización de procesos repetitivos se presenta como un paso esencial para liberar tiempo y recursos, permitiendo enfocarse en tareas más creativas y estratégicas.
Por otro lado, la alineación de la tecnología con objetivos de sostenibilidad y responsabilidad social corporativa es imperativa. La digitalización debe integrarse con principios éticos y de sostenibilidad, promoviendo un uso óptimo de recursos y un compromiso social robusto. La IA, vista como un activo estratégico, puede potenciar la competitividad y resiliencia organizacional, facilitando la adaptación a entornos dinámicos.
Para garantizar el éxito de esta implementación, se subraya la importancia del desarrollo de competencias digitales a todos los niveles organizativos. La inversión en formación continua permitirá a los profesionales maximizar el uso de herramientas tecnológicas. Finalmente, fomentar una cultura de innovación y aprendizaje continuo se convierte en el pilar fundamental para asegurar la relevancia y efectividad de la transformación digital a largo plazo.








