La 63ª edición del Festival Internacional de Música de Pollença marca un punto de inflexión al pasar del control de la Alcaldía a la Concejalía de Cultura, impulsado por un recién creado Consejo Cultural que busca posicionar a Pollença como un referente cultural. Aunque la nueva estructura promete un proyecto ambicioso, algunos consideran un error histórico desvincular la Alcaldía, que ha sido garante del festival desde su fundación en 1962. Figuras clave como Pere Bonet han sido ratificadas en sus roles, y pese a cierta pérdida de identidad en etapas anteriores, se destaca el esfuerzo por recuperar el espíritu fundacional del evento. La reciente participación de la Filarmónica de Luxemburgo y la orquesta del Palau de les Arts rememora épocas de esplendor del festival.
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