La reciente reelección del magnate republicano como presidente de Estados Unidos marca un cambio significativo en el panorama global, desviando el foco de tradicionales tensiones geopolíticas hacia una competencia áspera por el control de los recursos económicos. Este giro implica transformaciones en diversas regiones, ya que el liderazgo del magnate promete intensificar rivalidades económicas y modificar alianzas estratégicas. Las naciones deberán adaptarse a un entorno donde la acumulación de riqueza y el poder financiero prevalecen sobre los antiguos paradigmas políticos, redefiniendo así el equilibrio de poder a nivel mundial.
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