En medio de su segunda presidencia, Donald Trump ha modificado sus políticas de deportación, inicialmente enfocadas en criminales, para centrarse ahora en los 8,5 millones de trabajadores indocumentados en EE.UU., lo que ha generado quejas empresariales por falta de mano de obra. A pesar de su intención inicial de deportar a todos los indocumentados, ahora realiza excepciones para sectores como la agricultura y la hostelería, permitiendo la permanencia de millones de trabajadores. Las redadas en Los Ángeles han desatado protestas y enfrentamientos con la Guardia Nacional, destacándose tensiones con el estado de California. Asimismo, pese a considerar permitir que inmigrantes «buenos» obtengan residencia legal, Trump ha intensificado las deportaciones en ciudades demócratas, acusándolas de ser refugios para indocumentados que influyen en los resultados electorales.
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