Estados Unidos enfrenta dificultades para deportar migrantes originarios de países como Afganistán, Irán y Rusia, utilizando a Costa Rica y Panamá como territorios de tránsito temporal. Panamá ha recibido tres vuelos de migrantes, y Costa Rica uno, con alrededor de 400 personas alojadas en refugios temporales bajo condiciones que han suscitado críticas de defensores de derechos humanos. Las imágenes de familias suplicando ayuda desde hoteles en Panamá han generado preocupación, al denunciarse la falta de acceso a representación legal y la retención de pasaportes. El gobierno panameño defiende sus acciones, asegurando atención médica y seguridad a los migrantes, aunque la incertidumbre persiste respecto al futuro de aquellos que se resisten a regresar a sus países de origen, estimados en un 40% del total. La colaboración de Panamá se ha producido tras la visita del secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, a pesar de las promesas iniciales de no recibir migrantes deportados. Organizaciones internacionales trabajan para buscar soluciones para los migrantes que no pueden regresar, mientras se agrava la presión por el tema del canal de Panamá.
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