Donald Trump persiste en negociar con Vladimir Putin sobre el futuro de Ucrania, excluyendo a ucranianos y europeos, lo que genera tensiones ante las objeciones de Volodimir Zelenski sobre reconocer la anexión rusa de Crimea. Trump considera la pérdida de Crimea como un hecho consumado y arremete en redes sociales contra las declaraciones ucranianas, subestimando la importancia de la integridad territorial. La propuesta estadounidense incluye el reconocimiento del control ruso sobre varias regiones ocupadas y levantar sanciones a Rusia, mientras Kiev no ingresaría a la OTAN. Europa se muestra reacia a aceptar cambios de fronteras por la fuerza, con líneas rojas como la seguridad de Ucrania y la reconstrucción financiada, rechazando la retirada de sanciones. La discordancia refleja un distanciamiento entre la postura de Trump y las demandas de soberanía ucraniana, poniendo en jaque el papel de Estados Unidos como mediador en el conflicto, al tiempo que ofrece poco incentivo para que Ucrania acepte el plan, que algunos consideran un premio a la agresión rusa.
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