En Tel Aviv, la «Plaza de los Rehenes» se cubrió de banderas israelíes y estadounidenses para recibir a Donald Trump, aclamado por su papel en la liberación de 20 rehenes tras más de dos años de cautiverio. Aunque el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, fue dejado de lado, Trump fue celebrado como un pacificador. Un acuerdo, negociado en secreto en Egipto por enviados de Trump y líderes de Hamás, marcó un cese de hostilidades en Gaza, destacando un nuevo equilibrio de poder. Mientras Trump se lleva el reconocimiento por la paz, Netanyahu enfrenta un futuro político incierto con la posibilidad de elecciones anticipadas y un desafío a su legado. La paz, aunque incierta, ha cambiado la percepción internacional, dejando a Israel en una posición más vulnerable ante la opinión global.
Leer noticia completa de Internacional en El Independiente.