Bethpage Black en Nueva York se transformó en una fortaleza durante la Ryder Cup por la visita del presidente Donald Trump, intensificando las medidas de seguridad en el evento. La presencia de Trump, un entusiasta del golf, generó un operativo inédito debido a la amplitud del campo, con 50,000 espectadores enfrentando rigurosos controles desde el amanecer. Helicópteros y drones vigilaban mientras los asistentes pasaban por dispositivos de seguridad similares a los de un aeropuerto. Trump, acompañado de su nieta, saludó a jugadores como Bryson DeChambeau y dialogó con el capitán Keegan Bradley. El golfista Scottie Scheffler destacó el apoyo presidencial, señalando que Trump le transmite confianza y se mantiene en contacto tras sus victorias.
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