En el marco de la guerra en Ucrania, la muerte del teniente general Fanil Sarvarov, jefe de operaciones del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas rusas, en un atentado con explosivos en Moscú, destaca la vulnerabilidad del alto mando militar ruso frente a las acciones encubiertas atribuidas al servicio de inteligencia ucraniano. Este atentado, que refleja un conocimiento minucioso por parte de sus autores sobre los hábitos y la ubicación de altos cargos militares, subraya la existencia de una red clandestina en Rusia capaz de ejecutar operaciones complejas. Mientras el Kremlin guarda silencio sobre la muerte de Sarvarov, voces en Moscú claman por represalias contra autoridades ucranianas, destacando la tensión creciente entre ambos países. La ausencia de una respuesta directa por parte del presidente Vladimir Putin y la falta de reivindicaciones por parte de Ucrania dejan en evidencia la cautela con la que ambas naciones manejan estos eventos, que no solo son un recordatorio de la intensa guerra de inteligencia en curso sino también una muestra de las grietas en la seguridad interna rusa.
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