El intento del gobierno italiano, liderado por Giorgia Meloni, de deportar migrantes a Albania fue rápidamente desarticulado por un tribunal en Roma, que ordenó el traslado de 16 ciudadanos de Bangladés y Egipto a Italia, evidenciando el fracaso del llamado «modelo Albania». Aunque Meloni buscaba mostrar que los migrantes rescatados en el mar no llegarían a Italia, el plan se desmoronó ante una sentencia del Tribunal Europeo de Justicia que limitó significativamente los países considerados seguros para deportación. Este fiasco subraya los desafíos del plan, que incluía restricciones legales y fallas en la selección de los deportados, además de enfatizar que los países de origen de los migrantes, según el fallo europeo, no son seguros. A pesar de la derrota, el gobierno italiano mantiene que esto es solo un contratiempo inicial y planea ajustar el marco legal para sortear los obstáculos, aunque el enfoque ha suscitado tensiones con el poder judicial. El futuro del modelo está en duda, con la posibilidad de que solo una lista restringida de países pueda ser considerada para futuras deportaciones a Albania.
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