La elección del nuevo Papa, el prelado estadounidense Robert Prevost, ahora León XIV, fue marcada por una inusual unanimidad y celeridad en el cónclave celebrado en la Capilla Sixtina. Según el cardenal Jean-Paul Vesco, arzobispo de Argel, la elección fue influenciada por una sensación de alineación de fuerzas casi astrales, logrando una unidad inmediata entre los cardenales. Vesco elogió al nuevo Papa como un líder espiritual con una vastísima experiencia, cuya elección generó gran alegría y consenso en el colegio cardenalicio tras la muerte de Francisco I.
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