Wendy Guerra explora nuevas dimensiones literarias con su novela «La costurera de Chanel», desentrañando la complejidad del mundo de la moda y la alta sociedad a través de la vida ficticia de Simone Leblanc, colaboradora de Coco Chanel. Desde la Belle Époque hasta la II Guerra Mundial, y en escenarios que incluyen la Cuba de los años treinta, Guerra teje una narrativa que desafía sus temas habituales. A pesar de parecer una desviación de contextos políticos cubanos en sus obras previas, la autora sostiene que esta novela revela más sobre Cuba que otras de sus publicaciones. La obra, aclamada por su sofisticación y capas de significado, se caracteriza por una exploración de la feminidad, la sexualidad y la alta costura como medios de expresión. Guerra considera un honor la crítica de Leonardo Padura, quien sugiere una cierta fatiga respecto a obras abiertamente políticas. La novela ha llevado a Guerra a colaboraciones cinematográficas, con un posible futuro guion en conversaciones.
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