Windows 10 Sigue Dominando: La Persistente Popularidad de los Sistemas Operativos Anteriores

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Windows 10 Sigue Dominando La Persistente Popularidad de los Sistemas

Microsoft ha decidido dar por concluida la vida útil «normal» de Windows 10, sin embargo, el sistema operativo se niega a desaparecer del mapa tecnológico. Según estimaciones internas de la misma compañía, en 2024 había alrededor de 1.400 millones de dispositivos activos utilizando alguna versión de Windows. De acuerdo con las declaraciones recientes del gigante fabricante de computadoras Dell, cerca de 1.000 millones de esos dispositivos siguen operando con Windows 10. Sorprendentemente, alrededor de la mitad de estos equipos no cumplen con los requisitos mínimos para actualizarse a Windows 11.

El cambio generacional hacia el más reciente sistema operativo de Microsoft avanza más lento de lo esperado. Según Statcounter, Windows 11 controla aproximadamente entre el 53 y 54% de las instalaciones de Windows en computadoras de escritorio, mientras que Windows 10 sostiene aún un significativo 42-43%. Con Windows 7 bajando al 3% del mercado, la transición parece encontrarse pausada en una suerte de compás de espera.

Los números no mienten: actualmente la contienda principal es entre Windows 10 y Windows 11. Sin embargo, versiones más antiguas de Windows continúan existiendo en un significativo número de dispositivos desactualizados, algunos incluso ejecutando sistemas como Windows XP o Windows 95. Estos dispositivos suelen quedar atrapados en entornos sin soporte, lo que representa un peligro potencial dado que el periodo de soporte estándar para Windows 10 concluye en octubre de 2025. Microsoft ha iniciado un programa de Extended Security Updates (ESU), extendiendo la entrega de actualizaciones críticas, proporcionando un año más de parches de seguridad gratuitos en la Unión Europea.

El COO de Dell, Jeff Clarke, destacó en una conferencia que cerca de 500 millones de PCs con Windows 10 son demasiado antiguos para Windows 11. Estos equipos siguen siendo útiles para tareas básicas, pero carecen de los requisitos técnicos más recientes introducidos por Microsoft. El nuevo sistema operativo, Windows 11, demanda una CPU modernizada, un chip TPM 2.0 activado y el arranque seguro habilitado. Esto deja a millones de dispositivos en un limbo tecnológico, incapaces de avanzar hacia la nueva generación.

La situación representa un arma de doble filo para Microsoft. Por un lado, significa una oportunidad para que los fabricantes renueven inventario y penetren el mercado con nuevos dispositivos. Por otro, el riesgo de mantener una gran cantidad de dispositivos en versiones desactualizadas puede derivar en consecuencias de seguridad considerables.

Mientras tanto, Windows 7 y otras versiones anteriores encuentran una «segunda vida» en nichos específicos, como la industria o la retroinformática. Lugares donde los costos de modernización son elevados y el riesgo de mantener sistemas antiguos es asumido por cuestiones de especialización técnica o afinidad histórica.

Con cientos de millones de PCs quedando obsoletos y atrapados en estos sistemas, el potencial para infecciones por malware y ataques de seguridad aumenta, dejando un complejo desafío para el ecosistema de PCs. La industria tecnológica debe enfrentar una renovación acelerada del hardware, una potencial expansión hacia soluciones de virtualización y, quizás, una oportunidad dorada para que otras plataformas, como Linux, ganen tracción en nichos específicos, especialmente en un entorno donde la sostenibilidad y el debate regulador cobran cada vez más fuerza.

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