Las perspectivas sobre las relaciones entre China y Estados Unidos se ven marcadas por un pesimismo generalizado en el gigante asiático ante el posible retorno de Donald Trump a la presidencia estadounidense. Este escenario anticipa un aumento de la rivalidad estratégica, especialmente en áreas como la economía y el ámbito militar, donde Trump planea imponer aranceles del 60% sobre los productos chinos y reforzar la presencia militar en el Indo-Pacífico. La política de Trump hacia Taiwán y sus implicaciones para la industria de chips también generan incertidumbre. Aunque estos factores podrían intensificar las tensiones, China, más fortalecida tras los mandatos de Trump y Biden, podría encontrar oportunidades entre los cambios en el comercio bilateral y las dinámicas diplomáticas. A nivel global, se anticipa que la relación de Estados Unidos con sus aliados también se verá afectada, planteando dilemas para la Unión Europea y otras potencias frente a la continuidad de una China que se proyecta como responsable y estable en un panorama internacional incierto.
Leer noticia completa de Internacional en El Independiente.