La propuesta de reducir la jornada laboral, considerada un proyecto clave, ha sido desestimada en el Congreso, generando un revés significativo para sus impulsores. Este rechazo evidencia las dificultades del Gobierno para avanzar en medidas laborales progresistas y deja en suspenso las expectativas de mejorar la conciliación del trabajo con la vida personal. A pesar del apoyo inicial, la iniciativa no prosperó, lo que refleja la falta de consenso político en torno a la reforma laboral y resalta las tensiones dentro de la coalición de Gobierno, que buscaba impulsar cambios estructurales en el mercado laboral español.
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