YouTube ha aclarado en su foro oficial que los botones de “no me gusta” continúan teniendo un impacto significativo en la evaluación de contenidos, pese a que sus conteos ya no son públicos. Estos votos negativos son parte de un conjunto de señales que alimentan el algoritmo de la plataforma, ayudando a contextualizar el comportamiento del espectador y a determinar si un contenido cumple con sus expectativas. Para los creadores, los “dislikes” se mantienen como una útil forma de retroalimentación accesible solo a ellos, evitando un juicio público inmediato. La plataforma defiende este enfoque como una manera de proteger a los creadores de ataques masivos de descalificación y de enfocar el análisis en el comportamiento de los usuarios más que en las votaciones visibles. Esta decisión reduce el peso del consenso visible y aumenta la dependencia del algoritmo para la interpretación del contenido, apostando por un modelo que prioriza las interacciones reales sobre las opiniones explícitas.
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