En el mundo del diseño de interiores, donde cada detalle cuenta y cada elección puede transformar radicalmente un espacio, las decisiones sobre qué incluir y qué evitar son vitales. Con una experiencia robusta en el rediseño de salones, la interiorista comparte sus consejos sobre cinco elementos que nunca deberían tener lugar en un salón y cuáles son indispensables para crear un entorno acogedor y funcional.
Primero, los muebles desproporcionalmente grandes encabezan la lista de elementos a evitar. Piezas como sofás voluminosos pueden restringir el flujo y crear una sensación de agobio, especialmente en espacios limitados. En su lugar, la recomendación es elegir piezas de mobiliario que maximicen el confort sin comprometer el espacio.
El uso de colores oscuros en las paredes es otro error común. Aunque pueden resultar elegantes, tienden a reducir visualmente el tamaño de un cuarto, haciéndolo sentir más cerrado de lo que realmente es. Una paleta de colores claros o neutros no solo ilumina el espacio, sino que también promueve una atmósfera más abierta y brillante.
Las alfombras incorrectamente dimensionadas son un tercer error a evitar. Una alfombra que no se adapte bien al espacio puede descompensar la armonía visual del salón. Es crucial seleccionar alfombras que integren de manera coherente con el mobiliario existente y la disposición del espacio.
Por otra parte, la iluminación inadecuada puede hacer que incluso el diseño más genial pase desapercibido. Una única fuente de luz no suele ser suficiente para un salón contemporáneo. Incorporar una combinación de luces de techo, lámparas de pie y apliques permite crear una iluminación versátil y adaptable a diversas situaciones.
Finalmente, el exceso de decoración es un problema que puede llevar a una saturación visual del espacio. Optar por una selección reducida y cuidadosamente elegida de objetos decorativos permite destacar la decoración y a su vez, reflejar auténticamente la personalidad del hogar.
Por el contrario, hay cinco elementos que la interiorista nunca dejaría fuera de un salón. La comodidad en los asientos es primordial. Invertir en sofás y sillones que ofrezcan el máximo confort es fundamental para el disfrute del espacio.
Contar con un punto focal en el salón, ya sea una chimenea, una pieza artística o la vista desde una ventana, ayuda a organizar el diseño y concede al espacio una narrativa visual coherente.
Las plantas son otro de esos elementos vivificadores que no solo aportan frescura sino que también mejoran la calidad del aire. Incluso unas pocas bien situadas pueden hacer maravillas en un salón.
El almacenamiento eficaz es clave para mantener el orden sin sacrificar el estilo. Muebles multifuncionales, como mesas con áreas de almacenamiento integradas o estanterías modulares, son invaluables para mantener un espacio despejado.
Finalmente, personalizar el salón con toques que reflejen la vida y los intereses de los habitantes, ya sea mediante fotografías, libros o recuerdos, convierte cualquier espacio en un lugar de calidez y carácter único.
Con estos consejos, cualquier salón puede transformarse en un lugar que sea tanto estéticamente atractivo como funcional, un refugio para la relajación y el disfrute de sus habitantes.
