El análisis de las comunicaciones entre la Generalitat y la Confederación del Júcar revela que el sistema de alertas priorizó incorrectamente la crecida del río Magro sobre la peligrosa riada del Poyo, contribuyendo a una alerta tardía para la población el martes 29. Los intercambios de correos electrónicos sugieren que la atención fue desviada hacia un fenómeno menos peligroso, lo que resultó en insuficientes advertencias sobre la amenaza real que se cernía, poniendo en riesgo la seguridad de los residentes afectados.
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