Durante el verano, la sandía es una opción refrescante popular; sin embargo, su presentación cortada y expuesta a temperatura ambiente puede ser un foco de bacterias como Salmonella y E. coli. Estas bacterias prosperan en la pulpa rica en agua y azúcares de la fruta, especialmente si no se refrigera correctamente. A pesar de su aspecto fresco, las sandías pueden estar contaminadas, lo que conlleva riesgos para la salud, incluyendo infecciones gastrointestinales. Se recomienda comprar sandías enteras y cortarlas en casa, asegurando higiene en utensilios y almacenamiento refrigerado, para evitar compras inseguras de bandejas ya partidas y no refrigeradas.
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