A medida que se agotan las 72 horas críticas tras el devastador terremoto de magnitud 7,7 que golpeó Myanmar, los equipos de rescate centran sus esfuerzos en encontrar sobrevivientes entre los escombros en Mandalay, cerca del epicentro. Hasta ahora, el saldo de víctimas mortales supera las 2.000, con casi 4.000 heridos, cifras que se espera aumenten. La búsqueda se complica por las altas temperaturas y continuas réplicas. En Tailandia, también afectada, las labores se concentran en un rascacielos colapsado en Bangkok, donde se busca a 75 desaparecidos. La crisis en ambos países se ve agravada por inestabilidad social y recursos limitados, lo que ha llevado a organizaciones internacionales a pedir ayuda urgente para sostener los esfuerzos de socorro. La OMS y la Cruz Roja han destacado la necesidad de fondos para evitar crisis secundarias, especialmente ante el riesgo de infecciones y el próximo inicio de la temporada de monzones. Mientras tanto, la política interna en Myanmar y Tailandia sigue afectando la respuesta a la catástrofe, con desafíos logísticos y de seguridad que complican la asistencia necesaria.
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