Mientras el mercado de valores estadounidense mostraba signos de debilidad desde febrero, Berkshire Hathaway, bajo la dirección legendaria de Warren Buffett, continuó fortaleciéndose frente al índice S&P 500. Los datos recientes de ProRealTime revelan que la rentabilidad acumulada de Berkshire en la última década alcanza un impresionante 249.47%, superando en más de 59 puntos porcentuales al S&P 500, que registró un 190.21%. Este rendimiento refleja la consistencia de una estrategia que ha soportado recesiones, pandemias y el auge de la inteligencia artificial.
Más allá de la rentabilidad total, lo que distingue a Berkshire es su comportamiento ajustado al riesgo. El ratio de Sharpe, que mide el rendimiento por unidad de riesgo, muestra que Berkshire ofrece retornos más eficientes con menor volatilidad. En los últimos tres años, Berkshire alcanza un ratio de 0.58, frente al 0.31 del S&P 500, y en cinco años, 1.04 frente a 0.80. Este mérito es notable, especialmente en un entorno donde muchos gestores apenas igualan al índice.
El active share de Berkshire supera el 80%, subrayando una estrategia que difiere significativamente del índice de referencia. Apuesta por el largo plazo, el valor y la disciplina financiera, con un rendimiento del 11.69% en 2025 hasta la fecha, y una ponderación del 2.28% en el S&P 500.
Sin embargo, el futuro genera interrogantes. Con 94 años, Warren Buffett no estará al mando para siempre. Su potencial sucesor, Greg Abel, es una figura clave en la transición, pero igualar el legado de Buffett —una rentabilidad anual compuesta cercana al 20% desde 1965— es un desafío formidable.
La experiencia de Berkshire Hathaway deja una enseñanza clara: invertir a largo plazo y con criterio es eficaz; la consistencia supera la suerte, y no es necesario imitar al mercado para superarlo. En un contexto donde los fondos indexados y la gestión pasiva ganan relevancia, Buffett sigue siendo un referente indiscutible para los inversores activos.
