Broadcom ha dado un paso atrás en su reciente estrategia de licenciamiento de VMware, tras las intensas críticas y confusión generadas entre sus socios y clientes. La compañía ha decidido revocar la polémica norma que exigía a los clientes una suscripción mínima de 72 núcleos (cores), un requisito que había encendido las alarmas entre distribuidores, integradores y usuarios finales, especialmente en la región EMEA (Europa, Oriente Medio y África).
Este giro de timón supone un retorno a las reglas anteriores: los clientes tendrán ahora la libertad de adquirir el número de cores que realmente necesitan, sin estar obligados a cumplir con un umbral mínimo tan elevado. No obstante, se mantiene el requisito técnico de contar con un mínimo de 16 cores por cada procesador, un estándar que busca garantizar un rendimiento óptimo.
La comunidad tecnológica recibió con alivio este cambio, ya que la normativa de los 72 cores había sido duramente criticada. Esta política imponía restricciones poco realistas en entornos de menor tamaño o con necesidades específicas, lo que llevaba a un incremento innecesario en los costos. Broadcom parece, así, buscar calmar las aguas y recuperar la confianza de su ecosistema tras las turbulencias generadas por la adquisición de VMware.
Pese a este avance, la empresa ha dejado claro que las condiciones de licenciamiento podrían cambiar en el futuro, subrayando que esta decisión se ha tomado con la información disponible actualmente. En un gesto de buena voluntad, Broadcom agradeció al canal la paciencia demostrada durante este tiempo de incertidumbre.
Este repliegue estratégico brinda un respiro temporal, pero también pone de manifiesto la inestabilidad y el desconcierto que han caracterizado a los primeros meses de la gestión Broadcom-VMware. Queda por ver si estas fluctuaciones se convertirán en una constante o si, por el contrario, la compañía logrará establecer una política de licencias consistente y predecible que satisfaga las expectativas del mercado y los socios tecnológicos.