La cancelación del proyecto de Broadcom para establecer una fábrica de chips en España, valorada en 1.000 millones de dólares, representa un revés considerable para los esfuerzos del país por fortalecer su industria tecnológica. Esta iniciativa, apoyada por el programa europeo PERTE Chip y los fondos del EU Chips Act, iba a ser un pilar en la reindustrialización y habría generado al menos 500 empleos directos.
La planta, enfocada en el ensamblaje y prueba de chips, era parte de la estrategia europea para disminuir la dependencia de Asia en el sector de semiconductores. Zaragoza figuraba como posible sede, aunque nunca se confirmó oficialmente. Sin embargo, las negociaciones entre Broadcom y el Gobierno español se rompieron a principios de 2024 y no lograron retomarse, especialmente tras el cambio de liderazgo en el Ministerio para la Transformación Digital, donde Óscar López no consiguió reunirse con la empresa.
El panorama internacional también influyó en la decisión. La elección de Donald Trump en Estados Unidos en 2024 provocó un aumento en la política de reindustrialización americana, complicando las relaciones con socios europeos y llevando a la cancelación de otros acuerdos tecnológicos. David Carrero, experto en infraestructura tecnológica, destacó la necesidad de una respuesta unida de Europa para evitar perder terreno frente a Estados Unidos y Asia.
La cancelación es un duro golpe para el PERTE Chip, que cuenta con más de 12.000 millones de euros en inversión prevista. Mientras otros proyectos siguen activos en Europa, como las iniciativas de TSMC e Intel en Alemania o el impulso al ecosistema RISC-V en Francia, España pierde una oportunidad crucial de fortalecer su posición en el mercado global de semiconductores.
Pese al optimismo inicial, reflejado en un anuncio de Broadcom en 2023, ni la empresa ni el Ministerio han emitido comentarios tras la ruptura de las negociaciones, manteniendo un silencio que contrasta con la euforia inicial. La incertidumbre respecto a si Broadcom reubicará su inversión en otro país europeo o se centrará en Estados Unidos deja a España con un vacío en su ambiciosa hoja de ruta tecnológica.