El precio del barril de Brent cayó a 58 dólares a mediados de 2025, su nivel más bajo en más de dos años, debido a una combinación de medidas proteccionistas impulsadas por la reelección de Donald Trump, un inesperado aumento de producción de la OPEP+ y un entorno económico global debilitado. Pese a un acuerdo entre EE. UU. y China, las previsiones del FMI se ajustaron a la baja, afectando la demanda energética. En EE. UU., las operaciones de fracking frenaron debido a los bajos precios, mientras que la Agencia Internacional de la Energía advierte sobre un posible desequilibrio entre oferta y demanda. China y los países emergentes, como India y Nigeria, podrían reactivar la demanda global, mientras que la geopolítica tensa el mercado. Arabia Saudí lidera tácticas para presionar a socios de la OPEP+, lo que podría anticipar un repunte de precios en 2026, con el Brent oscilando entre 65 y 80 dólares, según analistas. Las petroleras ajustan estrategias, con ExxonMobil advirtiendo de impactos financieros, mientras Shell y TotalEnergies se mantienen resilientes.
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