China ha culminado con éxito la construcción del primer centro de datos submarino en Shanghái, una revolución en la tecnología de información que aprovecha la energía eólica marina. Situado frente a la zona especial de Lin-gang, el centro no solo busca innovar en el aprovechamiento del océano para la disipación de calor, sino que también utiliza parques eólicos offshore para garantizar una fuente de energía casi completamente renovable.
Con una inversión de 1.600 millones de yuanes, el proyecto pretende alcanzar una capacidad total de 24 MW, utilizando más del 95% de energía verde y logrando una reducción del 22,8% en el consumo energético si se compara con centros de datos terrestres similares. Otra ventaja es la eliminación del uso de agua dulce para la refrigeración y una significativa disminución en la ocupación de suelo firme.
La propuesta aborda los crecientes requerimientos de cómputo intensivo impulsados por la inteligencia artificial y otros servicios digitales. En un contexto donde el espacio, el agua dulce y la carga sobre las redes eléctricas están bajo intensa presión, el océano emerge como una solución viable. El UDC utiliza la masa de agua del océano como un disipador térmico natural, liberando terrenos valiosos en áreas metropolitanas.
Esta innovación se sostiene sobre la infraestructura eólica offshore de China, traduciéndose en un suministro de energía renovable superior al 95%, y reduciendo tanto los picos de precios energéticos como la carga sobre la red eléctrica terrestre. Sin embargo, el mantenimiento de un centro de datos a 35 metros de profundidad requiere logística especializada y podría representar un desafío significativo.
El caso del UDC de Shanghái recuerda al Project Natick de Microsoft, que también exploró la viabilidad de sumergir servidores. No obstante, la verdadera innovación aquí es el enfoque comercial directo y la integración desde el inicio con la energía eólica marina.
El potencial para replicar este modelo se considera grande en Europa y América, aunque deberá superar desafíos regulatorios y ambientales. Si el centro de datos de Lin-gang demuestra ser eficiente y sostenible, podría establecer un precedente para futuros desarrollos similares alrededor del mundo.
China ha dado un paso importante hacia una era donde el balance entre tecnología, sostenibilidad y eficiencia energética no solo es deseado, sino también alcanzable. La clave ahora será observar cómo este pionero en el uso del océano para infraestructura tecnológica mantiene sus promesas de eficiencia, limpieza, resiliencia y costos competitivos en la operación diaria.