La industria de semiconductores en China está experimentando una expansión sin precedentes que podría posicionar al país como el principal fabricante global antes de que finalice la década. Según un informe de Yole Group, se prevé que China alcance el 30% de la capacidad global de producción de semiconductores en 2030, superando por primera vez a Taiwán, el actual líder del mercado.
Este crecimiento no es fortuito. Forma parte de una estrategia estatal que ha canalizado cientos de miles de millones de euros en inversiones públicas y privadas. En 2024, China procesó 8,85 millones de obleas al mes, y se espera que esa cifra aumente a 10,1 millones en 2025. Este aumento se ha facilitado mediante la construcción de 18 nuevas fábricas, destacando la de Huahong Semiconductor en Wuxi, que comenzará producción en volumen en 2025.
Sin embargo, a pesar de este crecimiento, China encara restricciones significativas. Las sanciones de Estados Unidos le impiden acceder a tecnologías clave, como los equipos de litografía EUV de ASML o los softwares de automatización de diseño más avanzados, impidiéndole competir en los nodos más punteros de 3 nm o inferiores. Mientras China trabaja para desarrollar su propia tecnología, se consolida como líder en la producción de chips de nodos maduros, cruciales para sectores como la automoción.
Por otro lado, Estados Unidos, que representa el 57% de la demanda mundial de chips, solo produce el 10% de ellos, obligando a empresas como Apple, Nvidia o Qualcomm a importar la mayoría de sus semiconductores de Asia. Aunque la CHIPS Act intenta revertir esta dependencia, su impacto aún está por verse.
El avance de China plantea riesgos geopolíticos significativos, especialmente en su relación con Taiwán. La posibilidad de que China logre autosuficiencia en nodos críticos podría motivar acciones agresivas sobre Taiwán, sede de TSMC, el mayor fabricante de chips avanzados. En respuesta, TSMC planea diversificar su producción en Estados Unidos y Japón, aunque enfrenta limitaciones de escala y eficiencia.
China busca controlar toda la cadena de valor de los chips para evadir sanciones y minimizar la dependencia externa. Mientras tanto, India y Vietnam intentan posicionarse como alternativas de bajo coste, mientras Occidente incrementa sus subsidios para atraer inversión industrial.
El dominio de China en el sector de semiconductores no solo transformará el mercado global, sino que también podría alterar significativamente las dinámicas económicas y geopolíticas mundiales. La cuestión no es si China alcanzará el liderazgo, sino cuándo lo hará y cómo impactará este cambio en el equilibrio global.