El uso de fuegos artificiales, una tradición global, está siendo cada vez más regulado debido a sus impactos negativos en personas sensibles al ruido, como aquellos con autismo, y en mascotas. Ciudades españolas como Barcelona, Valencia, Madrid, Vitoria-Gasteiz, Zaragoza y Vigo están implementando restricciones y promoviendo alternativas silenciosas como drones y proyecciones. Estas medidas buscan proteger tanto a los animales como a la comunidad, y ya han mostrado un descenso en el estrés animal durante festividades. Las políticas incluyen la colaboración con organizaciones de bienestar animal y el fomento de eventos seguros y sin pirotecnia ruidosa.
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