En la reciente cumbre de la OTAN en La Haya, los países aliados acordaron aumentar el gasto en defensa al 5% del PIB anual para 2035, destinando un 3,5% a necesidades básicas de defensa y un 1,5% a proteger infraestructuras críticas y reforzar la innovación. Sin embargo, España, liderada por Pedro Sánchez, se ha mostrado renuente a este compromiso, proponiendo cumplir los objetivos con solo un 2,1%, lo que ha generado críticas de otros líderes, como el primer ministro belga y el presidente de Lituania, quienes enfatizan la importancia de compartir equitativamente la carga defensiva. Este desacuerdo ha tensado las relaciones con aliados y particularmente con Estados Unidos, aumentando la incertidumbre sobre la posición de España en la Alianza Atlántica.
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