El conflicto entre Israel e Irán se desarrolla en un contexto de presunta vulneración del derecho internacional, justificándose bajo la necesidad de proteger la «seguridad» de un Israel cada vez más amplio. Este argumento histórico recuerda otras intervenciones militarizadas, como la guerra de 1967 contra Egipto o la invasión de Estados Unidos a Irak en 2003. Todas han conducido a un aumento del extremismo religioso y el debilitamiento de las estructuras estatales en las regiones afectadas. Israel, ahora una superpotencia con más de 200 armas nucleares, se mantiene en un ciclo de confrontación perpetua, respaldada firmemente por Estados Unidos durante la administración de Donald Trump. Las políticas israelíes enfrentan críticas por rechazar propuestas de paz mientras continúan asentamientos y acciones militares contra los palestinos en los territorios ocupados y Gaza.
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