En medio de una jornada que resultó ser caótica y excedió las previsiones establecidas, la falta de organización se hizo evidente, dejando a 750 personas sin poder bajar de los autobuses. A pesar de contar con suficiente personal para manejar la situación, la descoordinación y el desbordamiento de las expectativas iniciales propiciaron que los recursos humanos disponibles no fueran utilizados de manera eficiente, generando un descontento generalizado entre los afectados. La situación reflejó la importancia de una planificación adecuada para evitar este tipo de inconvenientes en eventos futuros con alta afluencia de personas.
Leer noticia completa en El Mundo.