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Del Efecto ‘Semáforo’ en las Corbatas a la Mirada al Infinito: Estrategias para Situaciones Complicadas

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Donald Trump es un personaje que no pasa desapercibido. Con gestos y expresiones que lo hacen destacar, su presencia en el escenario político y mediático es comparable a un «puñetazo en el ojo». Según el analista de expresión corporal no verbal y lenguaje oral, Julio García Gómez, director de comunicación de la Fundación Casaverde, Trump reúne las claves de una estrategia de comunicación personal centrada en atraer la atención de manera exagerada, transformándose en el protagonista indiscutible de eventos y comparecencias televisivas.

Uno de los aspectos más notables de Trump es su habilidad para convertir sus apariciones públicas en oportunidades de promoción personal. Como si fuese un cartel impactante en una calle, Trump se convierte en un anuncio viviente de su propia marca, DT. Ya existen productos como gorras que llevan su apellido, y no es descabellado imaginar que sus asesores puedan impulsar una línea de productos con solo sus iniciales.

En el ámbito político, su mirada peculiar juega un papel crucial. Durante el último debate electoral con Kamala Harris, su mirada infinita, cargada de ironía, logró captar y desarmar a su adversaria. Los gestos evitativos de su mirada se interpretan como intentos de evitar el contacto visual, lo que podría denotar disgusto o desconfianza hacia sus oponentes, o incluso inseguridad emocional.

El poder de persuasión de Trump también ha sido un tema de debate. Su tono de discurso, acentuado y a pesar de su voz aguda, tiene un fuerte impacto. Sin embargo, debería trabajar más en la modulación de su voz para evitar que su popularidad se vea afectada tanto positiva como negativamente.

La apariencia de Trump tampoco escapa al análisis. Sus corbatas de colores fuertes y llamativos, a menudo en rojo intenso, y sus trajes ceñidos, son parte de su estrategia para proyectar seguridad emocional. Este “efecto semáforo” refleja su personalidad y el estado de ánimo con el que comienza cada jornada.

Julio García Gómez concluye que Trump es un fenómeno del lenguaje corporal y de la comunicación no ortodoxa, y su singularidad va más allá de sus políticas. Es esta combinación de rasgos y gestos los que continúan haciendo de Donald Trump una figura única en el ámbito político mundial.

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