La Casa Blanca ha iniciado la demolición del Ala Este para construir un nuevo salón de baile, impulsado por el presidente Donald Trump, con un costo estimado de 250 millones de dólares financiado de forma privada. Trump destaca que la modernización es una «necesidad histórica», aunque la falta de transparencia y la posible alteración de un edificio patrimonial han suscitado críticas. Robert K. Sutton, exhistoriador del NPS, denunció la ausencia de un proceso de revisión adecuado. Organizaciones profesionales han solicitado un diseño riguroso y transparente. Clark Construction y McCrery Architects lideran la obra, supervisada por el Servicio Secreto, prometiendo preservar la elegancia clásica del edificio, cuya última modificación significativa fue en 1942.
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