Las tensiones entre Israel e Irán se intensificaron tras un ataque aéreo israelí que impactó instalaciones militares iraníes, causando la muerte de al menos cuatro soldados. Este ataque, que evitó objetivos nucleares y petrolíferos, ha colocado al régimen iraní en una encrucijada, enfrentando la disyuntiva de responder o retener su «paciencia estratégica». Mientras Irán evalúa su próximo movimiento, líderes occidentales, incluidos los Estados Unidos, han instado a la contención para evitar una escalada regional. Las opciones de Irán son limitadas, ya que cualquier represalia podría desencadenar una respuesta severa por parte de Israel, aumentando el riesgo de una guerra más amplia en Oriente Próximo, donde el equilibrio de poder permanece volátil ante la espera de las elecciones en Estados Unidos y el panorama en la región.
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