La COP30, la primera cumbre climática de la ONU en la Amazonia, enfrenta una crisis de alojamiento en Belém, Brasil, donde los precios desorbitados de los hoteles han generado un intenso debate sobre la logística. La ministra de Medio Ambiente, Marina Silva, calificó estos costos como «extorsión», afectando a los 50,000 asistentes previstos. La falta de infraestructura ha llevado a algunas naciones a exigir un cambio de sede, mientras que otras, como Austria, ya han cancelado su participación. A pesar de esto, Brasil insiste en que no habrá alternativa y planea ofrecer una cantidad limitada de habitaciones a precios reducidos. La situación ha generado críticas de organizaciones que temen que la cumbre sea la más excluyente hasta ahora. En medio de estas complicaciones, el presidente Lula da Silva mantiene su apuesta por Belém, buscando que la cumbre no fracase.
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