La administración de Donald Trump ha lanzado una ambiciosa campaña para incentivar la «autodeportación» de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos, ofreciendo perdones de multas y 1.000 dólares a quienes se deporten voluntariamente. Aunque implementada desde febrero, la estrategia no ha alcanzado los resultados esperados, lo que ha llevado al gobierno a mejorar los incentivos. La campaña es parte de un esfuerzo más amplio por aumentar las deportaciones, mientras paralelamente se revocan permisos de residencia a miles de migrantes. Sin embargo, expertos cuestionan la efectividad y las promesas de retorno de esta política. Además, el enfoque restrictivo podría resultar contraproducente, afectando sectores económicos dependientes de la mano de obra inmigrante. La medida ha recibido críticas tanto por sus implicaciones económicas como por el impacto en la comunidad migrante.
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